No era mediodía aún cuando José Mujica nos sorprendió ofreciéndonos "un trago" al terminar de entrevistarlo en la intimidad de su casa en 2012, a la mitad de su mandato como presidente uruguayo.
Lavó unos vasos, les echó unos hielos y los regó generosamente de whisky. Después los repartió, para comenzar una charla distendida, que saltó de un tema a otro.
"De la política voy a salir con las patas para adelante", dijo en ese encuentro con BBC Mundo el exguerrillero tupamaro, que gobernó Uruguay entre 2010 y 2015.
Con eso quería decir que pensaba practicar la actividad que abrazó desde joven hasta la hora de su muerte, que le llegó este martes a los 89 años.
Por la simpleza con que vivió como presidente, sus críticas al consumismo o las reformas sociales que impulsó —que entre otras cosas convirtieron a Uruguay en el primer país en legalizar el mercado de marihuana—, Mujica fue una figura especial para la izquierda latinoamericana.
Su popularidad tuvo alcance global, algo inusitado para un mandatario uruguayo, aunque en su propio país de 3,4 millones de habitantes su legado genera controversias.
"Una carrera infinita"
Mientras fue mandatario, Mujica evitó mudarse a la mansión presidencial como acostumbran hacer los jefes de Estado alrededor del planeta.
En cambio, permaneció junto a su esposa, la política y exguerrillera Lucía Topolansky, en la modesta casa de ambos en las afueras de Montevideo, sin servicio doméstico y con escasa seguridEsto, sumado al hecho de que vistiera siempre de manera informal, se lo viera a menudo conduciendo su Volkswagen "escarabajo" celeste de 1987 y donara gran parte de su salario, hizo que algunos medios lo llamaran "el presidente más pobre del mundo".
Pero Mujica, conocido por el apodo de "Pepe", siempre rechazó ese título.
"Dicen que yo soy el presidente pobre. No, yo no soy presidente pobre", dijo en aquella entrevista en su casa.
"Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada", añadió. "Esos son pobres, porque se meten en una carrera infinita. Entonces no les va a dar el tiempo de la vida ni nada"."Años de soledad"
Aunque muchos solían verlo como alguien ajeno a la clase política, Mujica nunca fue un outsider de esa actividad.
Decía que su pasión por la política, así como por los libros o la tierra, se la transmitió su madre, que lo crió en un hogar de clase media junto a su hermana menor: el padre de ambos murió cuando él tenía 8 años.
De joven fue militante del Partido Nacional, una de las fuerzas políticas tradicionales de Uruguay, que más tarde sería oposición de centroderecha a su gobierno.ad. Nunca tuvieron hijos.
En la década de 1960 participó de la fundación del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana de izquierda que practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.
Decía que "de pura casualidad" él nunca cometió un asesinato.
Fue capturado cuatro veces.
En una de ellas, en 1970, recibió seis balazos y estuvo cerca de morir. Poco después se escapó de la cárcel pero volvieron a atraparlo en 1972. Logró fugarse otra vez y, cuando cayó nuevamente ese mismo año, quedó preso hasta 1985.
Una de estas fugas, en septiembre de 1971, la hizo por un túnel junto a otros 105 presos tupamaros y quedó registrada como una de las más numerosas en la historia de las prisiones uruguayas.
Durante los más de 14 años que sumó en prisión fue torturado y sobrevivió en condiciones infrahumanas, pasando por períodos de aislamiento en aljibes o cajas de hormigón.
Cuando los militares uruguayos dieron el golpe de Estado de 1973, lo incluyeron en un grupo de "nueve rehenes" tupamaros que amenazaron con matar si la guerrilla volvía a actuar.
Solía decir que en ese tiempo conoció de primera mano la locura, sufriendo delirios y llegando a hablar con hormigas, pero también que aprendió a conocerse mejor a sí mismo.
"Esos años de soledad", le dijo Mujica a BBC Mundo bajo los árboles de su chacra (pequeña hacienda), "fueron probablemente los que más me enseñaron".
Fuente BBC News Mundo
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