Santo
Domingo.-Miriam German Brito, procuradora general de la República,
consideró que durante su gestión no ha claudicado ante la presión de
sectores que entienden que la justicia es un juego de intereses
individuales y no una vocación sagrada, señalando que sus principios se
imponen ante todo.
Al
presentar un documento de memorias al finalizar su gestión destacó los
logros y las acciones que entiende han sido exitosas, los hitos y las
transformaciones, argumentando los aspectos no tan positivos y los
desafíos que les quedan.
Precisó
que estos han sido cuatro años que no han sido fáciles con disimulados
ataques y descalificaciones internas.
Sostuvo que está ausente cualquier huella de equilibrio y hasta
honestidad, señalando que ha visto a quienes nunca te reconocen nada,
también a quienes ayudan siempre a levantarte y te dicen adelante.
Aunque
adujo que podría decirse que ya no está de moda, mantiene la idea de
que la ética no debe estar ausente de la política y menos aún del
servicio público.
“También
hablo de una ética universal y humanista”.
Manifestó que ha dedicado la mayor parte de sus años a servirle al
sistema de justicia penal, convirtiéndose con el tiempo en una pasión
personal, en una misión de vida.
Indicó
que lo cierto es que el camino no siempre ha sido dulce, pero con las
recompensas que solo la satisfacción del deber bien cumplido te puede
dar.
Sostuvo
que no necesariamente ser parte del sistema pone en condiciones de
entender las intríngulis de las instituciones que lo conforman.
Expresó que de hecho era muy poco lo que conocía del Ministerio Público,
más allá de lo legal-normativo, por lo que el aprendizaje es grande y
sus lecciones "me acompañarán donde vaya".
Destacó
que el inicio de su gestión se dio en un momento institucional
complejo, cargado de muchos cuestionamientos que proyectaban hacia
afuera un órgano carente de legitimidad y con tachas éticas que tuvieron
como resultado procesos todavía en curso.
Señaló
que en ese escenario le tocó el enorme cometido de reencauzar el órgano
persecutor por el cauce de la legalidad y la transparencia, y de
imprimir la huella del apego al debido proceso y a los derechos
fundamentales.
Explicó
que intentar transformar una cultura enraizada, cual sea, genera mucha
resistencia, y eso es connatural al ser humano. Manifestó que incomoda
dejar atrás patrones que se convierten en práctica común, sobre todo
cuando son promovidos por la autoridad competente.
Sin
embargo, reconoció que siempre encontró total disposición por parte del
equipo para seguirla en la aventura, sin lo cual nada hubiese sido
posible.
Sin
embargo, indicó que si algo le ha caracterizado en estos cuatro años ha
sido la capacidad de “dejar hacer”, de respetar la sabia autoridad de
cada fiscal en su ámbito de actuación, interviniendo solo cuando hubo
razones válidas para hacerlo, como cuando fue necesario definir
directrices claras para garantizar la protección de los derechos de
poblaciones en mayor riesgo de vulnerabilidad, o para unificar criterios
en la persecución penal de ciertos delitos.
Señaló
que no es apegado a la verdad decir que no tuvo serias diferencias en
muchas ocasiones con sus pares, alcanzando consenso respecto de algunas y
no llegando a acuerdos respecto de otras.
Sostuvo
que la visión que tiene de la forma de conducir esa institución no es
compartida por muchos. Indicó que las memorias reflejan, de manera
sucinta, el largo y rico trayecto recorrido, con sus altas y sus bajas,
no tan solo para que sirvan a los esfuerzos de continuidad, sino como un
legado de integridad.
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