La
doctrina del evangelio y sus tradiciones se introdujeron al Nuevo Mundo
con la colonización de la isla La Española (compartida por los dos
estados independientes República Dominicana y Haití), siendo parte de
esas costumbres la celebración de la Semana Santa, en la que recordamos
la muerte y resurrección de Cristo.
Durante
esta conmemoración los creyentes se unen a una serie de actividades
para recordar y honrar el sacrificio del Salvador del Mundo,
procesiones, plegarias, oración y otras muchas acciones son parte de
esta importante fecha para la comunidad cristiana.
Los
sacrificios también tienen lugar en la esencia de la SS, resaltando el
ayuno y el abstenerse a comer carne, con mayor énfasis en días
específicos como el primer día de la cuaresma, que este año fue el 28 de
febrero; el miércoles de ceniza el 26 de febrero; y el Viernes Santo,
que será este día 10.
¿Qué tiene que ver la carne con esta celebración?
Este
producto gastronómico representa la opulencia y la alegría, a pesar de
que el Papa Francisco instó a no poner la atención a los sacrificios
físicos, en su lugar invita a hablar de Dios y a "renunciar a palabras
inútiles, chismes, rumores, apodos denigrantes.
El
asunto es que nuestra Habichuelas con Dulce, plato icónico de la
gastronomía dominicana, es parte del resultado del llamado "Menú Sin
Carne" y la razón por la que se come en esa fecha es la transculturación
de los habitantes europeos en nuestro territorio.
La
base de sus ingredientes según José Guillermo Guerrero es una
inspiración de un plato francés, que los dominicanos fuimos
enriqueciendo con productos locales y de la influencia de otras como la
africana.
Algunos
historiadores coinciden que se acostumbra a comer en horas de la tarde,
porque se preparaba luego del acto simbólico de la quema de Judas.
Se suele servir con pasas, galletas de leche y/o casabe pasado por el
fuego.
Por Mayra Pérez Castillo
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